Diez versos por dos
Maria Figueredo
Cuando suena la cuerda
diluvial, ella entorna
la puerta y nace una flor
en la voz de quien te escucha:
así te escucho a ti.
Cuando brota la risa
como si en una copa flotara
un rubí y rozara
tu labio, y una espuma
de diamante quedara
al fondo del líquido: así.
Cuando vislumbra el sol
de la tarde, tras la radio
de la voz, entre líneas, un dulce
sabor a lo hecho, ya
quedamos en el pacto
de la amistad: así.
Cuando de la nada nace todo
y del miedo, el Amor, así
lo quiero, así.